-¡Que sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero...! Quizás necesita un jabón nuevo... ¡Ojala pudiera ayudarla a lavar las sábanas! El marido miró y quedó callado. Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y el viento. Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas, y dijo al marido:
-¡Mira, ella aprendió a lavar la ropa! ¿Le enseñaría otra vecina? El marido le respondió:
-¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana! Y la vida es así, todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Es fácil juzgar a los demás sin darnos cuenta que la situación errada está es en nosotros. Limpiemos las ventanas de nuestra vida antes de mirar a los demás.
Muy Bonita reflexion la cual escuche en la radio catolica Radio Inmaculada
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